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La Sociedad actual se ha acostumbrado a muchos pecados destructivos. El orgullo, la envidia y la ira ya no son vistos como pecados destinados a alimentar la carne, sino como un comportamiento que usamos para demostrar autoestima o importancia. La Biblia dice que el corazón del hombre es engañoso y perverso, pero a través del poder del Espíritu Santo hay una manera de escapar de esos comportamientos.
La Biblia nos enseña a morir a nuestra carne y a tomar la cruz. Los frutos que damos hablan más fuerte que las palabras. Cuando practicamos el orgullo, la envidia y la ira, no estamos acercando a las personas a Cristo, las estamos alejando. Si queremos vencer estos pecados, debemos dar a Dios espacio para cambiar y obrar en nuestras vidas permitiéndole que nos enseñe a vivir con el amor de Cristo. Deja que este libro hable a tu corazón y te acerque a Cristo.